VIÑETAS - Proyecto Puentes 2001- Teatro del Pueblo

de laura coton
con
alejandro dufau
adriana ferrer
marigela ginard
walter san pedro
ricardo sica
escenografía y vestuario
viviana martinez
realización
darío arce
asistencia
ivana duarte
dirección
marcelo mangone


El juego como creador absoluto. La libertad.
Cuando fui convocado a participar de Proyecto Puentes sentí cierto temor, tamizado por una gran curiosidad de indagar en mi , como director, sobre mi capacidad de dialogar, de escuchar, de compartir espacios de reflexión y aprendizaje.
Me aventuré dejándome impregnar por lo que me rodeaba, tratando de ponerme como meta primaria, absorber todos los estímulos posibles que devenían de las primeras reuniones grupales entre directores y dramaturgos.
En el sorteo me tocó con Laura Coton, persona ,hasta ese momento, desconocida para mí.
En nuestro primer encuentro diseñamos una pequeña estrategia inicial, la convocatoria a actores. Laura aceptó que fueran todos conocidos míos ( me daba cierta seguridad ), y convocamos a dos hombres y dos mujeres, allí comenzó la tarea verdadera, el juego, el papel en blanco, el trabajo en escena, la apertura de propuestas.
Los primeros relatos escénicos nos llevaron a navegar por la infancia de pantalones cortos y medias tres cuartos. Alejado de la experiencia considero que ese ordenador inicial fue un punto de partida sólida para construir el relato dramático – escénico en el cual se transformaría Viñetas, su estructura, sus colores.
Apareció la escuela como espacio metafórico, la escuela país, el deterioro, el juego de las instituciones, el encierro, todo desde el humor, desde el absurdo.
El himno a la bandera fue un descubrimiento lúdico motivacional para el grupo, nos unía antes de cada ensayo, y con el himno aparecieron los colores, la patria devastada, y la comedia de esta tragedia cotidiana que vivimos los argentinos desde las sólidas composiciones de Alejandro Dufau como el preceptor ( poder desgastado pero imperante ) , la alumna devenida en política mediática de Marigela Ginard, otra alumna de clase media deteriorada desde lo económico hasta lo intelectual la psicóloga de animales que compuso Adriana Ferrer, y Osvaldo, el hombre común, con el único y válido deseo de ser reconocido, de tener identidad, y nombres, nombres, muchos nombres no recordados ausentes en presencia que resonaban dentro mío como los tambores de la memoria argentina que padece de levedad crónica.
La historia se fue gestando paso a paso, sin darnos cuenta, apareció la obra dramática casi en conjunción con la escritura del espacio. Solo nos quedaba seguir divirtiéndonos en las funciones.
Como director no podría especificar con claridad los formatos que utilicé para acercarme a este resultado, solo procuré escuchar , ordenar la energía que emanaba del grupo y focalizar estéticamente el trabajo.